Redes sociales, instituciones públicas y municipalidades
Se impone desconfiar del acoso de algunas redes sociales; de aquellas inclinadas a difundir noticias falsas dirigidas, irresponsablemente a opinar sobre todo, valiéndose de la posverdad, pero posteriormente a la verdad no existe más que engaño y mentira. Esta fue una palabra inventada por la universidad inglesa de Cambridge. Se ha puesto de moda en el mundillo político y de los negocios turbios. Dos palabras pretenden contrarrestarla: honradez y transparencia. Ojalá lo logren.
Ese mal uso de las redes sociales no mejora la convivencia humana; al contrario, la entorpece. Las superan otros medios de comunicación, más dispuestos a divulgar la verdad y la libertad responsable, se acercan más a la defensa del sistema democrático, no formado de engaños, mentiras y suposiciones, sino dirigido a crear unidad, comprensión, entrega, justicia y paz.
En cuanto a las instituciones públicas, nos agobian 330 más una profusión de leyes en un país pequeño y de escasa población. A esto debemos añadir la mala costumbre de convertir el caso extraordinario en lo ordinario, en lo común, en generalizar, con lo cual se atenta contra la lógica y la realidad. Ejemplo de este vicio es el siguiente: si un funcionario roba, no todos hacen lo mismo. Y a quien practique este vicio no se le puede creer. Debemos apreciar el valor de las palabras y valorar también la función selectiva de la inteligencia y el dominio de la voluntad, para actuar en conciencia.
En relación con las 82 municipalidades, es necesario apreciar la importancia de la prioridad de la ejecución de las obras, pues se dice, en general, que más bien retrasan el desarrollo del país; es decir, de sus localidades. Se hace indispensable que los regidores y demás miembros que las componen tengan presente las obras más urgentes y no los colores políticos de sus funcionarios.
Si fuese así, las gentes de sus pueblos pensarían muy distinto. No podemos olvidar que gobernar es satisfacer necesidades para que la gente viva mejor, especialmente los más desposeídos.
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