Rencor

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Sobre el tema del rencor los especialistas Frederic y Carl Thoresen, quienes dirigieron el Stanford Forgiveness Proyect, en la Universidad de Stanford de Estados Unidos, demostraron que el rencor es un regalo que sigue otorgando miseria.  Causa ansiedad, depresión, enojo, paranoia, aislamiento, insomno y hasta dolor físico.

En cambio el perdonar a quienes han hecho daño, o agredido significativamente, ayuda a tomar de nuevo el control de la vida generando grandes beneficios. Algunos pasos para dejar ir el rencor y transformarlo en perdón son por ejemplo entender “lo que es y lo que no es”.

Muchas personas no quieren perdonar porque creen que hacerlo es de débiles, o porque signfica que quienes los ofendieron, no hicieron algo realmente malo. Pero no es ninguna de las anteriores válida, porque incluso se puede mandar a un agresor a la cárcel y perdonarlo.

La gente también suele creer que el perdón necesita la reconciliación con la persona maltratadora; pero esto no es obligatorio. El perdón no incumbe del todo al ofensor, sino al ofendido. Su objetivo primordial es dejar ir el enojo destructor de la estabilidad y armonía interior.

Se trata más bien, de aceptar el daño recibido y dejarlo atrás. Es un acto de profundo autorespeto y autocuidado. Requiere coraje y compromiso. Y aunque puede ser difícil, el tratar de ver la situación desde la perspectiva de la otra persona, ayuda a disminuir el rencor.

No significa justificar su comportamiento, sino intentar comprender por qué actuó de la manera en que lo hizo, favoreciendo la empatía, la cual puede abrir la puerta a la compasión.

Si la persona causante del dolor sigue en su vida, es importante establecer límites para protegerte emocionalmente, permitiendo sanar sin estar constantemente expuesto a nuevas heridas.

Otro aspecto importante es “no esperar una disculpa”, pues en ocasiones la persona agresora ni se da cuento de lo que hizo o no lo reconoce. En el peor de los casos es incapaz de comprender o, simplemente, no le importa.

Y aunque le digan -lo siento mucho-, a veces es mejor  decidir no escuchar palabras sin verdadero sentimiento, evitándo así traer de nuevo al alma ira o dolor.

Es preferible reconocer y aceptar las propias emociones, tomando en cuenta que a veces, el resentimiento se oculta detrás de otras emociones, como la ira o la tristeza.  Por esto, hay que tomarse el tiempo para reflexionar y procesr el rencor. Pregúntese: ¿Por qué me siento así?. ¿Qué es lo que realmente me ha dolido?

Lo mejor de estas tristes experiencias es aprender a “celebrar la vida”. Estudios al respecto indican que quienes dejaron el rencor se volvieron menos amargos y propensos a perdonar, así como emprender nuevos proyectos de vida y bienestar personal.

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