Repensando la administración, por un mejor funcionamiento de nuestra democracia

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Repensando la administración, por un mejor funcionamiento de nuestra democracia
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Nuestro país comparativamente es una miniatura; administrarlo no debería ser tan complejo. A pesar de ser evidente, no escuchamos discusión ni análisis al respecto.

Veamos ejemplos. México tiene 126 millones de habitantes. Guatemala, 19. Nicaragua, casi 7. Costa Rica, con nuestros cinco millones y pico, es más pequeño geográficamente que el departamento de Antioquia en Colombia.

¿Cómo es posible entonces que siendo una nación de dimensiones tan modestas, el sistema administrativo y político costarricense sea incapaz de gestionar buenos resultados para sus habitantes?

¿Por qué el futuro debe continuar siendo así?

Abordemos este tema de manera disruptiva, procurando la simplificación. Citaré como ejemplo el Gran Área Metropolitana (GAM). Imagínense la gestión político-administrativa del GAM bajo un esquema menos fragmentado que el actual. Uno dirigido, en vez de los más de 20 alcaldes actuales, solo por uno o por dos, apoyados por un grupo subordinado de asistentes especializados. Esta idea está fundamentada en el hecho de que la actual división geográfica es, en sí misma, una traba administrativa. La propuesta, aunque desafiante, haría del GAM un territorio administrable. Hoy no lo es porque la mayoría de las municipalidades que tenemos operan de forma independiente. Unas con muchos recursos a disposición; otras con muy pocos. El proceso de elección de la gran cantidad de alcaldes que tenemos es tremendamente costoso y la ciudadanía apenas le presta atención.

Los servicios públicos del GAM deberían estar coordinados; el cobro de impuestos, estandarizado; la infraestructura requerida, pensada en grande; ni qué decir del trasporte público y de la seguridad. Ahora apliquemos la misma idea en la zona sur del país o en el norte.

Las fronteras son inventos humanos. Nuestra distribución geográfica, que responde a realidades muy antiguas, podría simplificarse dramática y beneficiosamente.

Muchas personas no querrían siquiera escuchar ideas como esta. Dirían: «¿Pero cómo, si tendríamos que empezar por cambiar la Constitución Política?». En efecto, sería un gran trabajo y surgirían nuevos retos y peligros. En el ejemplo del GAM, enfrentaríamos de inmediato el gran problema que presenta la concentración del poder político y administrativo.

Este comentario lo hago a la luz de otro reciente que escuché en este mismo espacio, Panorama, instando a los ciudadanos, a los profesionales a participar con ideas y propuestas objetivas sobre la realidad nacional. Decidí así aceptar el reto y asumir el papel activo del llamamiento a ser propositivo

Si las mentes jóvenes y brillantes se unen a las viejas y experimentadas y se sientan juntas frente a la pizarra de diseño, con afán honesto, subrayo, honesto, estoy seguro de que obtendríamos como resultado mejores y más robustas configuraciones administrativas, no en un año ni dos, pero sí dentro de quince o veinte.

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