Rumores e intolerancia.
“En aquel potrero por el palo de guaba, una luz de muerto el trillo alumbraba”. El rumor de la supuesta muerte del querido folclorista Lorenzo “ Lencho “ Salazar, corrió como pólvora en las redes sociales, hasta un ex ministro de información propaló la noticia falsa, cuando lo cierto, el supuesto difunto estaba con un jarro de aguadulce en la mano, “vivito y coleando”.
En estos días de intolerancia exacerbada de cara a la segundo ronda electoral, muchos escuchan “Diego” en donde digo “digo” y a partir de ahí se propalan verdades a medias o falsedades absolutas, que ensanchan más el abismo para procurar las necesarias coincidencias en la diversidad de pensamiento.
Paredes de los templos rociadas con pintura, la escultura de Juan Pablo Segundo en el costado de la Catedral Metropolitana teñida con spray, son muestra de un grado sumo de intolerancia e irrespeto, precisamente por parte de aquellos que pretenden alzar la voz por ser supuestas víctimas de una percibida discriminación, que ahondan con sus actitudes poco edificantes y por el contrario a todas luces repulsivas.
Costa Rica no se acabará con la decisión que la mayoría adopte el primer domingo de Abril, para los católicos día de Resurrección, para quienes profesan otras denominaciones o credos, tiempo de descanso, ningún gobernante es eterno, en un país como el nuestro no elegimos a un dictador, si acaso a una persona con un radio de influencia limitado, que nunca será más grande que la institucionalidad que hemos construido en tantos años de convivencia civilizada.
Recuerdo a un profesor en mis días de estudiante universitario, un ex sacerdote jesuita venido de Brasil, quien siempre nos aconsejó a sus discípulos: “Anden con el sospechómetro puesto, antes de formular aseveraciones sometan cualquier información o rumor a la prueba de ácido para determinar los visos de mentira o verdad de lo que se propalaba” decía con sabiduría.
En una campaña electoral de no muy vieja data en la que me tocó participar, se usó la artimaña de subir personas en los buses y en un teatralizado diálogo afirmaban que determinado candidato golpeaba a su mujer, se bajaban en la parada siguiente y se subían a otra servicio de transporte público y lo que era escuchado de manera fortuita se extendía luego por oficinas, despachos y centros de trabajo, todo aquello por supuesto escuchado de “muy buena fuente”.
Los rumores y la intolerancia son una mezcla explosiva, así como algunos mataron al apreciado Lencho Salazar, cuando el Lencho fallecido era otro, la mezcla de mentiras y rumores se inyecta directamente en las venas de la patria y a poquitos la vamos envenenando.
Los comentarios están cerrados.