Seguro social para animales
La gran mayoría de las familias tienen mascotas, especialmente perros y gatos. Criaturas amoros e inteligentes, que llegan a verse como eternos hijos adoptados de amor puro, incondicional y sincero.
A nivel psicológico llenan espacios fundamentales como es la compañía y consuelo para los miembros con enermedades crónicas, terminles o pasajeras. Su presencia permitirá que la depresión sea más llevadera.
Para las personas que viven solas, por elección, abandono o ciclo de vida, las mascotas sustituyen a la familia.
Niños con capacidades especiales a nivel físico o mental, que se sienten solos, se llenan de alegría cuando su gatito o perrito les demuestran amor. Lo mismo para familias con hijo único. Son como un hermanito más con quien comparten y hasta pelean por la atención de mamá o papá.
El vínculo humano de cariñoso, respeto, y consideración con los animales es muy fuerte y poderoso. Por eso, cuando se enferman a la familia se le parte el alma. Todos se preocupan y es momento de llevarlo a los servicios de veterinaria. Quienes cuentan con dinero para tal atención se podrán consolar con la esperanza de su pronta recuperación, o en última y penosa instancia de tener que dormir al animalito para que no sufra, porque a veces mueren de dolores crueles, y nadie quiere esto para una criatura que ama sin condiciones.
Sin embargo, qué hacen aquellas familias de escasos recursos enconómicos. Simplemente tendrán que esperar y sufrir al ver estas horribles enfermedadades o muertes. Pero tanto dolor no es justo.
Ante esa realidad ojalá existiera en nuestro país una especie de Caja Costarricense de Seguro Social, pero para animales, donde puedan atender estos casos de mascotas enfremas. Tal vez la Escuela de Veterinaria de la Universidad Nacional, que es financiada con recursos aportados por los contribuyentes y que cuenta con instalaciones apropiadas, equipos, materiales y personal médico, podría asumir esta importante función.
De momento existen algunas organizaciones, y almas altruistas de médicos veterinarios con un gran corazón, dando su ciencia y ternura. Aun así, no es suficiente. Lo ideal es una atención social, como bien se lo merecen.
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