Semana Santa
Semana Santa es para celebrar los misterios centrales de la fe cristiana. Respetamos a quienes tienen otras creencias; y pedimos respeto para quienes creemos en Jesucristo y manifestamos de manera pública nuestra religiosidad.
Semana Santa es también para que podamos reflexionar, pues se favorece una pausa en medio de la cotidianidad y el trabajo, y muchos aprovechan para descansar o visitar diferentes destinos para vacacionar.
Para los creyentes la Semana Santa debe ser un profundo encuentro con el Dios que nos da la vida y es la oportunidad para que demos testimonio del amor que Él nos ofrece y por el cual se ha entregado por nosotros.
Hace más de 2000 años un hecho salvífico marcó la historia de la humanidad a partir de la muerte de cruz a la que se entregó Jesús. Así lo conmemoramos año con año.
Para creyentes y no creyentes el gesto de entrega por parte de Jesús nos debe motivar también a que podamos construir una mejor sociedad, basados en la humildad, el amor al prójimo y el pensar en los demás antes que en uno mismo.
Cuando en el mundo se privilegia el poder en cualquier ámbito, despojarse de este es un signo de contradicción; por eso la figura de Jesucristo cobra vigencia en la historia humana. La humillación que sufrió sigue moviendo y conmoviendo a miles de millones de personas en el mundo.
Quienes reconocemos a Jesús como el Hijo de Dios, tenemos todavía un llamado más profundo a que podamos, con nuestros actos, transformar la sociedad: ser mejores personas, servir a los demás, utilizar el poder que pudiéramos tener en beneficio de los demás. Ser creyentes no es una condición para ocultar; nuestro testimonio debe hacer brillar el amor de Dios.
Quienes reconocen a Jesús como figura histórica, del mismo modo sienten un llamado especial a transformar con sus acciones el lugar en que todos vivimos.
Que esta Semana Santa sea la oportunidad para todos de reflexionar, de construir un mejor país, de ayudar en nuestras comunidades, de ofrecer nuestros trabajos, de ser mejores personas en cualquier ambiente en el que nos encontremos.
Como Obispo de la Iglesia Católica, imploro a Dios la bendición para nuestro país; que tengamos una Semana Santa llena de frutos espirituales y podamos tener una mejor convivencia y una Costa Rica más unida.
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