Semana Santa de fe y responsabilidad
La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce que toda persona tiene derecho a tener una religión, así como a la libertad de manifestarla de manera individual o colectivamente, tanto en público como en privado.
Sin duda alguna, este es un derecho que permite a la persona humana penetrar en lo más íntimo de su ser, pero también es un derecho para poder manifestar su creencia en público.
En el caso del pueblo católico, durante los últimos dos años, la pandemia ha provocado que una serie de medidas se impongan para la protección de la salud y la vida, sabiendo que este es el don y el derecho más importante que poseemos. Entre esas medidas, las últimas dos celebraciones de la Semana Santa no han podido desarrollarse como se acostumbraba, con manifestaciones de fe de manera pública, en las calles. Desde la Iglesia Católica fuimos responsables en el llamado de proteger la vida y en su momento de suspender las celebraciones de este tipo.
Tras dos años muy duros, los creyentes han venido pidiendo la posibilidad de volver a tener las llamadas procesiones en Semana Santa, tanto en nuestro país como en otras latitudes. Así también, desde la Conferencia Episcopal de Costa Rica veníamos trabajando en habilitar de nuevo esta disposición, siempre y cuando se pueda hacer manteniendo los cuidados necesarios en medio de la pandemia que aún vivimos.
Debemos dar gracias a Dios por la oportunidad de celebrar una nueva Semana Santa, de poder hacerlo de nuevo en las calles, manifestando con respeto nuestras creencias, y pudiendo hacerlo reflejando también una tradición de muchos siglos, esperada también en las distintas comunidades a lo largo de todo el país.
La Semana Santa es una oportunidad para valorar y manifestar la fe, pero también será ocasión para ser responsables, resguardando medidas sanitarias y también acogiéndonos a la posibilidad de vacunarnos, a fin de protegernos del COVID-19. Desde las autoridades de Salud se han brindando también las comunicaciones necesarias para que la población se cuide.
Como pastor de la Iglesia Católica mi llamado es que seamos conscientes, que podamos aprovechar este valioso momento de compartir la fe de manera comunitaria; asistamos y participemos, pero hagámoslo con responsabilidad.
Que sea una oportunidad para dar gracias a Dios por el regalo de la vida; pidamos también y oremos por quienes han partido en estos dos años, por aquellos quienes más han sufrido las consecuencias de la pandemia.
Que esta Semana Santa nos permita también unirnos como país, desde lo íntimo de cada uno y en la forma en que considere que se pueda vivir una semana diferente. ¡Que impere el respeto y el cuidado entre todos!
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