Un halo de esperanza
En estos tiempos, donde tanto se habla tanto de los derechos de las mujeres, de la participación equitativa y de la situación de las mismas en nuestro país, nos llega como una luz de esperanza el saber que nuestra próxima Asamblea Legislativa para el periodo 2022-2026, contará con 27 diputadas, la cifra más alta en toda la historia costarricense, además por primera vez, tendremos una diputada de los pueblos indígenas del territorio Bribrí-Cabécar. lo que también genera inclusión para estos territorios. Estos hechos indican cambios positivos en la dirección correcta en nuestra sociedad.
Cada una de estas veintisiete mujeres que ocupará próximamente una curul, ha recorrido un arduo camino y han tenido que ser muy fuertes, tener mucho temple para enfrentar las adversidades que como mujeres, sin duda alguna, en mayor o menor grado encontraron a su paso, algunas probablemente se quisieron rendir y caer pero tuvieron el coraje para levantarse y continuar. Veintisiete historias de vida que arrastran luchas, esfuerzo, trabajo, éxitos y aprendizajes. Veintisiete heroínas, con diversas historias y enseñanzas, las diputadas más jóvenes aportarán, desde sus vivencias, las necesidades y expectativas de nuestra juventud, las diputadas de mediana edad y aquellas que ya peinan canas, aportarán todo lo aprendido en el camino recorrido y esta mezcla de juventud y experiencias augura siempre grandes propuestas.
No obstante, el tener por primera vez la cifra más alta de diputadas en la Asamblea Legislativa no será suficiente, si no se cuenta con una agenda articulada y consensuada por estas diputadas. en pro e irrestricto de los derechos de humanos, una agenda que sin distingo del color político promueva y apoye todas aquellas iniciativas dirigidas a corregir la inaceptable de desigualdad de las mujeres en Costa Rica.
Que prioricen y propongan proyectos de ley que garanticen la seguridad de las personas, con atención especial a la niñez y a las mujeres, que se castigue severamente toda violencia y abusos, que no se permita la impunidad, que se facilite el acceso al trabajo digno y justamente remunerado, sin distinción. Así contribuiría a la disminución en los índices de pobreza, al promover una justa y mayor participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, mejorándoles el acceso a la educación que se requiere el mercado laboral, en general leyes que mejorar y asegurar la calidad de vida de las personas.
Esta agenda legislativa deberá vestirse de solidaridad, construirse con urgencia y con mucha empatía, con compromisos auténticos y con una firme convicción de que será el puente hacia la equidad que requiere y merece todo ser humano.
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