Un llamado a la defensa de nuestra democracia
Lamento profundamente que nuestra nación haya caído, en los últimos meses, en una espiral de polarización, división y confrontación, alimentada por un discurso que, tristemente, pretende debilitar nuestras instituciones democráticas.
Esto es grave en circunstancias normales, y más aún en estos momentos en que estamos asediados por la creciente inseguridad. Nuestras calles se han convertido en un escenario de crímenes y venganzas, protagonizadas por las mafias y el narcotráfico.
Este no es el camino que merecen las y los costarricenses, cuya historia ha sido forjado sobre los valores del diálogo, el respeto y el amor por la paz. Costa Rica lleva en sus venas el compromiso con la defensa y promoción de estos valores. Pero para ganar esa batalla necesitamos que las instituciones públicas, especialmente los poderes de la República, lejos de enfrentarse se respeten y se apoyen.
El país no merece que el Poder Ejecutivo atente sistemáticamente contra los principios que han hecho de nuestro país un referente en el mundo. Nuestra reputación internacional como baluarte de la paz y la democracia y de la vigencia del derecho, no debe ser socavada por intereses que buscan dividirnos.
El respeto a la división de Poderes y el acatamiento de las resoluciones judiciales son pilares fundamentales de nuestra identidad como nación democrática. Ante cualquier investigación o denuncia, por incómoda que sea, quienes hemos ejercido con responsabilidad puestos relevantes en la administración pública, siempre hemos puesto por delante la disposición de colaborar, para que la verdad de los hechos salga a la luz. Actuar o promover discursos que atenten contra la independencia del Poder Judicial es, en el fondo, un ataque directo a nuestra democracia, y es un acto que no debemos ni podemos permitir.
Es importante recordar que las grandes conquistas de nuestra nación no se han logrado con la confrontación, sino con el diálogo, el respeto y la unión. Cuando hemos sido capaces de dejar de lado los extremismos y ponernos de acuerdo, aún en medio de nuestras diferencias, hemos avanzado como sociedad.
Hoy, enfrentamos enormes desafíos en materia de seguridad, educación y salud, para mencionar solo algunos. Es momento de que, como en las épocas más gloriosas de nuestra historia, todas y todos pongamos de nuestra parte para superar esta crisis. Reafirmo mi convicción de que es la unidad, el diálogo y el respeto lo que nos llevará a un futuro de paz y prosperidad. Las y los demócratas de este país debemos unirnos para defender el legado que hemos recibido, y juntos, construir el futuro que tanto anhelamos.
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