Un soplo de esperanza en medio de la pandemia
Hay quienes afirman que pasada la pandemia volveremos a organizar el mundo como lo veníamos haciendo, que nos asaltarán los mismos temores y ambiciones.
Hay quienes, por esas mismas razones, piensan que la educación regresará a la presencialidad incólume en su modelo tradicional de pizarrón, o que los estudiantes seguirán siendo clasificados de uno a cien, dependiendo de sus calificaciones.
Yo no. Como docente y Ministra de Educación Pública, estoy segura de que la pandemia ha sido uno de los mayores detonantes para acelerar el cambio hacia una nueva forma de enseñar y de aprender. La crisis que nos empujó en ese devenir, nos está obligando a superar las brechas, y a cambiar sin miramientos.
En tiempos extraordinarios e inéditos, las prioridades cambian. Nosotros, como país, hemos apostado al resguardo de la vida. Hemos visto la educación como ese ejercicio académico, pero sobre todo emocional, que en estos tiempos debe ayudar a los niños, niñas y jóvenes a sentirse parte de un sistema educativo que cree en ellos, que los acompaña y los prepara para la vida.
Los docentes han enfrentado este contexto inédito, abrazando las tecnologías de información y haciendo esfuerzos de todo tipo para no dejar atrás a sus estudiantes. Esa es la muestra de que la estrategia que planteamos ha servido de guía para que se esfuercen en impedir la exclusión; aunque deban trabajar con las uñas, y sacar provecho a todas las cosas, incluso las más cotidianas.
Hoy, la Cámara Nacional de Radiodifusión -CANARA- y el SINART se unen a los docentes en ese afán de no romper el vínculo con las niñas, niños y jóvenes, para que no pierdan la ilusión de aprender y sepan que los docentes están velando por su aprendizaje y por su bienestar.
Hoy, gracias al apoyo de la Unión Europea, CANARA y SINART, iniciamos la transmisión de 70 programas educativos radiales que nos ayudarán a seguir sosteniendo ese pilar fundamental de nuestra democracia como es la educación.
La radio contribuirá a la educación a distancia, la cual no se detendrá, cuando retomemos gradualmente la nueva presencialidad, precisamente porque parámetros diferentes nos obligarán a una educación mixta.
El mundo cambió y no estábamos listos, y la educación también lo hizo. Nuestra obligación es abrazar esos cambios, para que Costa Rica llegue a su Bicentenario, preparada al nuevo orden de la cosas. En el MEP lo aceptamos y seguiremos realizando todos los esfuerzos para alcanzar ese propósito.
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