¡Una existencia libre de violencia!
Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; sin duda una fecha de gran importancia ya que posee, como norte, el asegurarles una mayor justicia a aquellas mujeres quienes han sufrido, y sufren, algún tipo de agresión; máxime en esta época de pandemia donde los casos de abusos han aumentado.
Mas esta celebración representa tan solo un peldaño en esa urgente lucha a favor del sector femenino, pues a pesar de que, durante la última, década se han dado algunos avances al respecto, en especial con la aprobación de algunas leyes pertinentes que benefician al sector femenino, la magnitud de este problema sigue en su mayor parte sin reconocerse a conciencia por la falta de sensibilización.
Ya la historia lo ha testificado, cuando la inacción se convierte en el funcionar de las sociedades, las convierte, fácilmente, en sociedades responsables y cómplices de la violencia. Esto, absolutamente, constituye una vergüenza, pues cada vez que se ejerce violencia contra las mujeres no solo se violenta un cuerpo y una subjetividad, sino que se atenta contra los derechos humanos.
Por ello, si los costarricenses nos vanagloriamos tanto de nuestra defensa por los derechos humanos, es inconcebible darle paso al silencio, la empatía o la falta de interés. Ya es hora de ponerle un alto a las constantes humillaciones, burlas, violaciones, opresiones, discriminaciones, los golpes, chistes, maltratos, insultos o asesinatos de los que son objeto, constantemente, las mujeres.
Es hora de no olvidar que violencia es, también, cuando una mujer gana menos que un hombre en el mismo puesto de trabajo; cuando un hombre minimiza o ridiculiza a su pareja; cuando un grupo de amigos le grita a una mujer solo para demostrar su “hombría”; cuando un hombre cree que “su mujer” es “su objeto” o cuando se espera que la esposa o madre, como “condición natural femenina”, prepare y sirva la comida o recoja los platos y los lave.
Definitivamente ya es hora de que cada uno de nosotros, solidariamente, nos dirijamos a sensibilizarnos respecto del problema de la violencia contra la mujer en la medida de que asumamos un responsable y humanista compromiso para resguardar la libertad, autonomía, integridad, las oportunidades y los derechos del sector femenino.
Pues la violencia contra la mujer no disminuirá sino hasta el día en que construyamos una sociedad con diversidad de iguales, es decir, de respeto, tolerancia y oportunidades entre todos los géneros.
Cuando todos, mujeres y hombres, nos proclamemos a favor del derecho humano del sector femenino a demandar y abrigar, realmente, una existencia con dignidad, respeto y libertad, es decir, una vida sin violencia.
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