Unidad en la celebración a la Virgen María
Con gran alegría y agradecimiento, los católicos celebramos cada 2 de agosto, el día de la Virgen María en su advocación de nuestra Señora de los Ángeles. El próximo 23 de setiembre llega el bicentenario de haber sido proclamada como Patrona de nuestra nación, en 1824, por el Congreso Constituyente del Estado de Costa Rica.
Para manifestarse en nuestra tierra, ella eligió a una pequeña niña de la Puebla de los Pardos, donde residían muchos habitantes de humildes recursos. Ella, en este hallazgo reitera su predilección por los humildes y limpios de corazón. Con su patrocinio ante su hijo nuestro Señor Jesús, obtiene de Él los milagros que sus hijos confiadamente le piden su intercesión.
A la Virgen María, los católicos la veneramos; es importante decir que este es un culto inferior a la adoración, la que solo se le rinde a Dios, solo a Él el honor y la gloria por siempre jamás. Por lo tanto este culto de veneración para nada atenta contra nuestra relación con el Altísimo…y gracias a la intercesión de ella ante su hijo Jesús, Él ha concedido tantísimos milagros que son pregonados por las multitudes a través del tiempo
Si escudriñamos y analizamos las Sagradas Escrituras podemos encontrar la relación de ella con Dios y es Él mismo quien no solo la escoge, sino también la resalta en el mensaje portentoso, de Su actuar en la historia humana, por medio de aquella sencilla, humilde y obediente joven, de quien en Lucas 1, 28-32 se le dirá de parte del Supremo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo.” Con este saludo, el Señor nos guía a venerar a aquella joven que fue dócil a sus designios.
No ha habido ni la habrá, en la historia de la humanidad, una persona a la cual se la haya colmado de tales saludos y convocada a realizar por su medio, el más grande milagro para la salvación humana. Algunos cristianos no católicos; manifiestan alguna restricción a la veneración a María, quizás por temor a faltar a su relación con Dios; absolutamente respetable su reticencia pero los católicos con respeto y confiados en la misma designación divina del rol de ella en Su plan de Salvación para la Humanidad, con fe y alegría la festejamos.
Apoyada en la Palabra Divina saludo a María con las mismas palabras del arcángel Gabriel, quien por encargo del mismo Dios saludó a la Virgen María,. Por más honor que le brindemos a ella, no se compararía con el grandísimo honor que le otorgó el Padre, para toda la historia de la cristiandad.
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