Urge superar la división y el odio para recuperar el diálogo y el respeto
El clima de confrontación que vivimos en Costa Rica es alarmante y se está profundizando de manera acelerada. Lo que pudiera ser un espacio de disentimiento de ideas es ahora una pugna cargada de odio y desprecio, contaminando no solo la conversación pública, sino también los diversos poderes del Estado. La discusión se ha vuelto irrespetuosa y acalorada, dejando de lado los valores democráticos fundamentales que tanto nos habían caracterizado.
Las autoridades políticas que, en teoría deberían ser ejemplo de diálogo y respeto, no contribuyen a calmar los ánimos. Lejos de eso, alimentan una cultura de enfrentamiento que solo nos divide más. El debate político en Costa Rica es cada vez más destructivo.
No se trata de estar de acuerdo en todo, pues la democracia permite la diversidad de opiniones. Sin embargo, lo que presenciamos va más allá de la discrepancia ideológica. El respeto por las ideas ajenas, el pilar de cualquier sociedad democrática, se desmoronó. Se han erigido discursos cargados de resentimiento y odio, promovidos no solo por actores políticos, sino por sectores sociales que ven la confrontación como la única forma de participación. Ya no importa quién empezó. Necesitamos que todos se detengan.
Desafíos urgentes como la crisis de seguridad, el deterioro del sistema de salud y la falta de oportunidades educativas para los jóvenes quedan de lado: no son prioridad en un ambiente político en el cual parece que solo se resuelven asuntos de interés si los impulsa una bancada política específica, sin importar el impacto positivo o negativo en la población.
Otro factor preocupante es el papel de los medios de comunicación. Si bien se reconocen las labores esenciales de una prensa libre para informar, no podemos ignorar que en algunos sectores se ha alentado la manipulación, tergiversando la información para avivar tensiones. La ética periodística es fundamental para preservar una democracia saludable, y hoy más que nunca se necesita un periodismo que apueste por la transparencia y el equilibrio, sin chantajes ni intereses particulares.
Hago un llamado urgente al respeto, a la cordura y a la responsabilidad de nuestros actores políticos y mediáticos. No se puede permitir que Costa Rica siga transitando por este camino de división. Es esencial que desde los más altos cargos públicos se envíe un mensaje de reconciliación y de apertura al diálogo, porque la política no es guerra, sino un espacio de construcción para el bien común. Cada vez que se alienta una postura de odio o se fomenta la rencilla, perdemos todos como sociedad.
Los comentarios están cerrados.