Valores, paz y justicia social

Polish religious leader Pope John Paul II stands with arm upraised during a visit to England, in Coventry, Warwickshire, May 1982. (Photo by Hulton Archive/Getty Images)
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El pasado 10 de febrero, la Asamblea Legislativa develó la fotografía de San Juan Pablo II, a quien se le concedió el título de Ciudadano de Honor de la República de Costa Rica. Esta iniciativa del diputado Otto Roberto Vargas Víquez recibió el respaldo de sus compañeros.

Tal título reconoce los servicios notables de la persona que lo recibe; sin duda, la obra de San Juan Pablo II es reconocida por católicos, creyentes en general y personas de buena voluntad.

En este acto, tuve el honor de brindar un discurso en el que expuse que sería interminable hablar del aporte del Papa San Juan Pablo II para transformar el mundo en busca de unir las naciones, su lucha por la paz, la defensa del ser humano desde el momento de la concepción hasta su muerte natural, su reconocimiento al aporte de la ciencia, y su visión frente al nuevo milenio que atravesó con la esperanza siempre de un mundo mejor.

Este título otorgado al Papa San Juan Pablo II nos compromete como país para promover la dignidad de la persona humana, los valores, la paz y la justicia social.

Resalto las palabras del magistrado presidente del Poder Judicial, Dr. Fernando Cruz Castro, quien también intervino esa noche: “Juan Pablo II marca un camino para abrir nuevos horizontes, incluso políticos, afirmando que todo debe estar centrado ‘en la persona’ y en el concepto de ‘solidaridad’. Señala que buena parte del capitalismo occidental es ‘injusto’ porque piensa sólo en el desarrollo ‘económico’ y no en el desarrollo ‘integral’ de la persona”.

Con elocuencia, el magistrado Cruz manifestó sobre el pensamiento del Papa: “Es un gran legado, nos compromete, por lo menos invita a soñar y orientar nuestros actos hacia esas metas tan humanas. Su incansable voz merece reconocimiento, pero también merece una lectura atenta, una lectura de corazón, para vibrar con su percepción, con su pesar y su sentido de justicia”.

La Ciudadanía de Honor hace justicia a un hombre bueno que alzó su voz para ser escuchada en el mundo; hace justicia a quien tocó de forma especial el corazón de los costarricenses. Este reconocimiento surge también en medio de la mezquindad de algunos sectores que pretenden apagar la acción de la Iglesia y de quienes pertenecen a ella.

Es una oportunidad propicia para generar reflexión sobre la sociedad que queremos, en la que el pensamiento que se genera desde la Iglesia, como históricamente lo fue, pueda ser tomado en cuenta para consolidar el principio de justicia social y el bienestar integral del ser humano para reconstruir un país que de verdad promueva el bien común.

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