Yo no quiero ser una oveja
Una muy interesante caricatura del famoso Quino dice: “¿Por qué cuernos vamos todos sin saber siquiera a dónde vamos, como si fuéramos ovejas?”
¡Qué gran verdad!, pues hoy, en esta sociedad consumista, donde prima la indiferencia, el tener más que el ser y la falta de acción y motivación, gran parte de la gente se ha orientado a seguir lo que otros dicen, a no tener criterio propio y caer en el conformismo, lo cual en nada ayuda a una eficaz construcción social y menos a un pertinente desarrollo personal.
Lo irónico es que mucha gente habla de la urgencia de cambiar a la sociedad, ataca constantemente a los líderes políticos, al Gobierno, pero su crítica no pasa más allá de quejas, cuando lo importante sería proponer soluciones, actuar, comprendiendo que los cambios comienzan por casa al ser más conscientes, responsables y participativos.
Es muy fácil dejar que otros hagan, opinen y decidan, pero, a la vez, también es muy peligroso porque muchas veces esos que actúan lo hacen para el bienestar de tan solo unos pocos. Por eso, si queremos un país que aspire más al desarrollo, se necesita gente con pensamiento crítico, capaz de ser congruentes con sus ideales, más éticas y que lleven a la práctica soluciones.
Personas quienes no se dejen manipular y sean más fieles a su compromiso ciudadano de mejorar el país y a su compromiso moral de ser mejores humanos.
Personas quienes no sigan pasivamente la corriente sin analizar el por qué se desea actuar de determinada manera y cuáles podrían ser las consecuencias de ello; conscientes de cuáles son sus obligaciones y responsabilidades; quienes más allá de seguir mecánicamente el pensar y actuar de otros, desarrollen un criterio propio y sustentado.
Por lo menos yo no quiero ser una oveja en una sociedad que se jacta de la impuntualidad; donde muchas veces impera la indiferencia y el conformismo; donde se prejuzga sin tener un criterio sólido ante lo que está sucediendo o donde quienes tienen cuotas de poder rayan en el autoritarismo.
No quiero ser oveja de una sociedad consumista de noticias cargadas de fatalismo; de un sistema de enseñanza que en ocasiones educa a los estudiantes sin capacidad de criticidad; una sociedad caracterizada por personas automatizadas quienes se dejan llevar por lo que otros creen correcto.
¡No!, un país no puede crecer si la mayoría cae en la indiferencia y la inoperancia; si nos dejamos influir, nos dejamos llevar y aceptar todo como esclavos de una “masa” social. Es hora de saltar la valla, derribarla y quitarse las vendas para actuar como individuos con independencia, responsabilidad, integridad y pensar crítico.
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